viernes, 1 de noviembre de 2013

No me enseñaste

Aprovechando las celebraciones del día de muertos, le dedicare el post a aquellos que ya no están con nosotros en cuerpo, pero que aún perduran como un recuerdo que a veces nos acompaña en nuestros momentos más lúgubres. El día de muertos es una tradición muy mexicana –si bien se celebra en toda américa latina, su origen no es el mismo- que ya se celebraba desde antes de la llegada de los españoles al continente, la raíz exacta de la festividad se ha perdido con el paso del tiempo, pues era una celebración de un mes completo, más o menos todo agosto de acuerdo a nuestro calendario actual; su fin era recordar a los muertos, no con pena, sino remembrarlos, pues su destino estaba determinado por su forma de morir, ya que para los antiguos pueblos mesoamericanos la muerte no era absoluta, sólo era un paso que dar. Esta es una celebración que se diferencia del Halloween, cuyo propósito era asustar y se basaba en la existencia de seres sobrenaturales que atormentaban al pueblo… es por eso que el mexicano no ve la muerte como el fin, ni como algo malo, la hemos adoptado como parte de nuestra vida cotidiana, la hemos vestido de Catrina y no nos causa temor, es nuestra vieja compañera de aventuras... sin más contexto, los dejo continuar al post.
                El día que partiste siempre quedará marcado en mi vida, no porque ya no estés aquí, conmigo, pues siempre te llevare dentro de mí, sino porque olvidaste algo muy importante; en ese momento no lo supe, de hecho no podía ver más allá del dolor que sentía.
Cuando supe que el final era inevitable, que ya no tendría más para abrazarte y sentirte, que ya no tendríamos más esas charlas de las que tanto aprendí, que todos esos recuerdos de épocas pasadas ya habían quedado atrás y que era lo único que tendría, en ese momento un frio me invadió; en ese momento preciso un pedazo de mi alma se fue contigo, de mi ser sólo quedaron restos rotos que no pude más que arrastrar.
                En mis adentros lo negaba, no podía creer que ya no estarías a mi lado; en mi interior esperaba que esto sólo fuera una terrible pesadilla de la cual despertar, que tal vez fuera una broma del destino y que al día siguiente estuvieras ya en casa… mi esperanza fue vana cuando por fin te vi, ya fría dentro de aquel féretro; la realidad me golpeo con tal fuerza que casi caigo. MI cuerpo no me respondía, no podía moverme, no podía llorar y no podía dejar de verte ahí, inerte.
                Con forme el tiempo pasaba, más y más gente llegaba, susurros y sollozos, lamentos y lágrimas por doquier, pero yo aún no podía responder. Me quede en un rincón tratando de volver a mí; y no fue sino hasta muy entrada la noche que pude reaccionar. Primero me llego el trago amargo de saberme sólo, rodeado de todos los que te amábamos, pero más solo que nunca. Nadie en este mundo podría comprender cuanto te amaba.
                Mi más grande recuerdo no eran aquellas noches de navidad, no eran aquellos regalos que me diste, no eran tampoco aquellas veces que me consolaste cuando estaba triste, no; mi más valiosa posesión era el último abrazo que me diste… y es que nadie comprendía lo que era ser abrazado por ti. Era algo mágico, cuando me encontraba rodeado por ti… era el lugar más seguro del mundo, el más tranquilo y pacífico,  cuando me abrazabas podía acabarse el mundo y no importaba, estaba a tu lado.
                Las horas pasaban y me sentía muy incómodo, no había palabras suficientes para calmar mi dolor, mis lágrimas no lograban sofocar las llamas de la ira. Si, estaba molesto; estaba enfadado y lleno de furia, no contra ti, sino contra la vida, el destino y la muerte, porque me arrebataron a ese ser que yo no estaba dispuesto a perder. Quería gritar, salir corriendo de ese lugar; pero no podía, mi voluntad estaba totalmente quebrada. No tuve más remedio que permanecer ahí, recordando esos momentos en los que estabas junto a mí y fui feliz.
                Ya por la mañana a mi mente llegaron aquellas lecciones que me transmitiste, recordaba lo que me enseñabas de pequeño, hasta las últimas veces que te vi; desde las simples hasta lo más complejo, tu siempre tenías algo que decir, y todos siempre aprendíamos algo nuevo contigo. Fue entonces cuando recordé que no me enseñaste algo muy importante, olvidaste darme esa última lección… ¿Qué hago ahora que ya no estas, cómo puedo vivir ahora que me has abandonado?
                Mi mente daba vueltas y vueltas buscando una respuesta, pero no la había. Y es que eso era algo impensable, porque tú tenías que estar siempre ahí, no importaba la edad que tuviéramos, tú siempre deberías estar con nosotros pero, la vida nos arrebató ese deseo. Ya por la tarde y con lo que quedaba de ti en una urna; entre a la casa, instintivamente te busque en la sala esperando que estuvieras viendo la TV, tal vez en la cocina preparando esos ricos platillos que nos llenaban hasta el alma, o posiblemente en tu habitación descansando después de un largo día, pero no; mi búsqueda fue un fracaso, no estabas ahí. Estabas en esa pequeña cajita. Mi alma volvió a romperse en mil pedazos cuando me di cuenta que eso era todo lo que me quedaba de ti.
                Tiempo ha pasado ya desde que no estas, mi ser poco a poco se ha reconstruido, pero mi voluntad aun es débil; mi alma ya no sufre por ti, pero te anhela más que nunca. Sigo extrañando tu risa, tu voz, tu olor, tu comida y tu compañía, pero lo que más deseo en este mundo es estar de nuevo entre tus brazos. Nunca nadie podrá llenar ese espacio que dejaste, si bien hoy tengo un pequeño pedazo de cielo a mi lado, un pequeño ángel que me cuida y yo a él; también sé que hiciste que una gran mujer –a pesar de la distancia- se cruzara en mi camino, aun no sé si nuestro destino es recorrerlo juntos, pero al menos tengo la certeza que me acompañara en mis noches más oscuras; pero eso no responde mi pregunta ¿qué hago cuando tú no estás? Probablemente nunca lo sepa.

A mi Marikita, donde estés quiero que sepas que me haces falta más que nunca, que daría lo que fuera por estar entre tus brazos de nuevo aunque sea un breve instante. Jamás te olvidare y espero el día para estar juntos de nuevo.


Estaríamos mejor con... la verdad no lo se

Después de tanto tiempo, de casi perder mi acceso y mis claves, aquí traigo un nuevo escrito, esta vez, inspirado en un todo y en nada;...