Esta obra parte del filósofo
alemán Friedrich Nietzsche, es uno de mis libros preferidos –sé que en
anteriores ocasiones y en el post anterior mencione que no soy filósofo, pero es
no me hace ignorante del tema- ya que como él mismo lo describe y muchos otros
autores más, éste libro en particular es EL escrito para los libre-pensadores.
Además encuentro muy interesante todos los textos de éste pensador alemán, ya
que a pesar de su época, entran en un mundo bastante peculiar, dejar atrás esos
pensamientos arcaicos –incluida la religión- y dejar la mente preparada para
otras cosas.
Como
no puedo saber si ustedes, mis lectores concuerdan o no con esta corriente
filosófica, o si siquiera han leído a Nietzsche, no puedo hablar abiertamente
de él. Además de que el propósito del blog no es entrar en sofismas de
cualquier índole, tomaremos el título de manera literal, es decir el
comportamiento de los humanos, como lo que son; simples acciones de cualquier
otro humano.
Y
es que muchas de las acciones del día a día son tan comunes y requieren tan
poca concentración que se realizan, de manera tan innata y automática, que ni
siquiera se es capaz de percibir que pueden llegar a afectar el desarrollo
futuro.
Ya
que desde la más simple hasta la más compleja de las actividades que se
realizan, conlleva sus propios riesgos y sus propias recompensas y
consecuencias; pues hasta una simple foto que puede servir de recuerdo puede
convertirse en una pesadilla después.
Si
es un ejemplo bastante burdo y hasta sin sentido, pero así es la realidad, como
le he escrito en ya varias ocasiones, todo en esta vida tiene sus consecuencia,
ya sean buena o malas, y se debe estar preparado para cuando éstas lleguen. Con
esto no quiero decir que se debe vivir en una burbuja donde nada sea capaz de
salir o entrar y así afectar el desarrollo de cada individuo. Me refiero a que en
ocasiones es necesario meditar un poco antes de actuar, antes incluso de
planear.
Y
es que aquellas pequeñas cosas que pueden atormentar o calmar a una persona, no
son más que simples acciones de humanos, un insulto, una mala cara o un simple
mensaje puede llevar a una persona a un abismo sin fondo, del mismo modo en que
unas palabras de aliento, un abrazo o un simple beso puede llevar a alguien al más
sublime de los placeres y a un estado de felicidad plena.
Una
frase simple pero llena de verdad es “errar es de humanos” y si, nadie nace con conocimientos acerca de nada, todos
aprenden con el trascurso del tiempo y cada nueva experiencia es consecuencia
del clásico ensayo-error. Cada nueva
vivencia es algo que puede dejar alguna experiencia que servirá para el futuro.
Lo
importante es no dejar de ser humano, de aprender y seguir, de equivocarse y de
acertar, y como no, de sentir y vivir.
La vida no es sencilla, y no me refiero al simple acto de respirar y de que un
corazón lata, me refiero al hecho de despertar cada día, de relacionarse con
otros, de gozar y sufrir, de crecer y desarrollarse y al ocaso, esperar de
nuevo el alba para continuar, porque lo que hoy oscurece y atormenta el día,
mañana no será más que un recuerdo. No importa cuán triste se este, ni cuan
grandes parezcan los obstáculos, siempre hay una recompensa al final del camino;
y encontrar la motivación es lo que nos hace humanos, demasiado humanos.