Así es mis estimados lectores -si es que aún
me queda alguno- ser libre, es más que hacer lo que quieres porque, y como ya
lo he dicho antes, las libertades terminan justo donde empiezan las de las
demás personas. Ser libre es vivir sin temores ni ataduras, no pisotear a todo
y todos solo porque sí.
Es
por eso que me molesta la actitud arrogante de muchos al creer que, por ser
unos entes libres, pueden hacer lo que les plazca sin que nadie tenga el
derecho a decirles ni negarles nada, y el mundo no funciona así.
Independientemente
de las leyes que cada nación tiene que limitan o restringen ciertas libertades,
existen además, leyes no escritas, normas que todo ser humano conoce y, en
teoría, debería tratar de respetar, no por ser rígidos, o adherentes “al
sistema” sino por simple civismo y convivencia social.
Aquí
he de decir que esa fue mi molestia cuando compartí unas imágenes de alguien
sentado en el transporte y una madre con sus pequeños ahí de pie, y más allá de
las vagas respuestas que recibí –ninguna grata por cierto- lo que en verdad me
causo un malestar fue ese “tanto que hablas de libertad, y te ofendes cuando
alguien es libre…” mi cuestión sería ¿qué tiene que ver el hecho de que seamos
libres con ceder un asiento a alguien que en verdad lo necesita? No me
interesan tus vagos y anarquistas argumentos -he de confesar- como lo dije es
simple convivencia y civismo; es lo que nos separa, culturalmente hablando, de
sociedades más o menos avanzadas.
Cierto
es que ese simple ejemplo no nos hace ni mejores ni peores, pero seré
insistente podrás ser libre de quedarte en ese lugar, ya que es tu decisión, pero
ese es solo un granito de arena en toda la tormenta de problemas a las que la
sociedad se enfrenta; en resumen si todos respetaran un poco esas normas no
escritas, no dejarían de ser libres, pero si tendríamos una mejor convivencia.
Y
es que parece que aún no queda claro el concepto de libertad, y no me refiero a
moverse libremente, me refiero a dejar atrás todo tipo de ataduras: miedos, angustias,
temores, fracasos, limitaciones y una larga lista de etcéteras. Así una persona
aun en la más infame de las priones puede ser completamente libre; mientras el
más acaudalado ser poder ser prisionero de sus ambiciones, de sus miedos e
incluso de sí mismo.
Un
ser libre sabe que destruir la propiedad, cerrar avenidas, carreteras o incluso
una polvorienta calle, no sirve de nada, pues al final solo obstruye a los
demás ciudadanos que igual buscan un modo de seguir adelante, alguien que es
libre sabe que la mejor forma de conseguir algo mejor no es estar inconforme,
sino insatisfecho y buscar y luchar por algo mejor.
Ser
anarquista no es ser libre, porque hasta para ser un completo rebelde hay un
manual que seguir...