Algo que no parece tan obvio,
pero que se puede analizar desde un punto de vista filosófico y metafórico –más
que científico- es que todo en la vida tiene un equilibrio, y se puede hablar
desde el tema más trivial a lo más concreto y científicamente comprobado. En
cierta forma se puede decir que todo se complementa, no siempre de la forma más
adecuada, pero al final, todo tiene su porqué… su razón y su motivo.
Y
podemos empezar con lo más simple y básico: todo tiene un principio y un fin,
por cada si hay un no, para decir que se está vivo se debe conocer la muerte,
para que algo sea bueno debe haber algo malo, todo existe por una razón, detrás
de un cómo hay un porqué.
Podemos
dejar a un lado a la retórica y decir por ejemplo que para que haya ricos, debe
haber pobres, hay personas con mucho poder, porque aún existen oprimidos, y
como ejemplo más simple podemos decir que aun en la naturaleza hay esos
complementos: por cada por cada él hay una ella, hay aves existen peces, y estadísticamente la
proporción –salvo raros casos- aun en humanos es de 1:1. Pero, ¿a qué viene
todo este cuento? Pues a que todos y cada uno es parte de este universo y su
orden, por tanto de ese equilibrio, tanto en acciones, como en el pensar.
No
es difícil imaginar, en ese sentido, que en muchos casos cuando se busca una
pareja, lo que más importa es que sea alguien que complemente y fortalezca el
ser. Y no es una decisión que se tome conscientemente, de hecho es más bien a
nivel hormonal, ciertas feromonas son las que hacen que una persona resulte
atractiva o no –como pareja- independientemente de su apariencia.
¿Y
dónde entra el equilibrio? Pues que en algunas ocasiones, falta ese equilibrio
en las relaciones –independientemente del género- y a veces alguien da mucho
más de lo que recibe, y si bien el algunos casos sería comprensible –como en la
relación padres-hijos- la mayoría aun no comprende que una relación –noviazgo,
amistad o matrimonio- es cosa de 2, y aun que se escuche muy bonito eso de “entregarlo todo hasta quedar en deuda con
uno mismo (sic)” es un ideal que, para nada sirve.
Y
puede que parezca egoísta e inclusive totalmente fuera de lo ordinario, pero
como le he escrito antes, algunos olvidan una parte primordial: amarse a sí
mismos, aceptarse tal cual son y de esa manera quererse; no es posible amar a
alguien incondicionalmente y entregarse totalmente si primero no han aprendido
de que son capaces, que harán y cuanto valor tienen.
¿De
qué sirve entregarse totalmente, darlo todo, sacrificar incluso sueños y metas
por alguien? Cualquiera diría que vale la pena hacer lo por quien amas… una
verdad a medias –como todo en la gente que no medita las cosas- yo solo
agregaría que aquel que en verdad te ama, no te da a elegir entre tu felicidad o el amor, al
contrario, te tiende la mano, quien te ama no te limita, te da libertad para
seguir, no destruye tus sueños, ni los cambia, al contrario los comparte y
buscan llegar juntos a la meta.
Al
final, el que en verdad ama, sabe que habrá diferencias, y del mismo modo sabrá
como reconciliarlas, comprenderá que no todo es miel, pero sabrá acompañar en
los tragos amargos, y sobretodo tendrá en mente que son compañeros de aventuras
y desventuras y que todo lo que haya que vivir, valdrá la pena si lo hacen
juntos.