Cuantos de no han hecho alguna
promesa, y no una cualquiera; si no una por la cual se está dispuesto a darlo
todo, mantenerla hasta el final, sin importar lo que cueste. Pues ese es el
tema de hoy, lo que algunos hacen o están dispuestos a hacer por mantener su
palabra.
Hay
algo que se debe tener en cuenta, no es lo mismo una promesa del tipo “te lo
compro... te llevo o lo hacemos después” que normalmente son para salir de un
apuro, a una como “te prometo que nunca te fallaré” o “Jamás se lo diré a nadie”
que son en verdad promesas de alto valor, tanto para quien lo dice, como para
quien se “beneficia” de ellas.
Aquí
la cuestión es ¿Qué tanto valor tienen esas promesas? La respuesta no es igual
para nadie, ya que cada uno le da un valor propio a cada promesa, cada quien
sabe lo que le cuesta y lo que está o no dispuesto a hacer con tal de mantener
su palabra. Por lo tanto cualificar el valor para cada uno es imposible, lo más
sensato sería analizar las promesas hechas y cuantas de ellas han sido
cumplidas, eso es lo que en verdad le daría valor a la palabra.
La
otra gran incógnita es ¿hasta dónde se debe llegar con tal de mantenerlas?
Nuevamente la respuesta puede ser ambigua, pero se debe tener en cuenta algo
muy importante: mantener una promesa tampoco significa sacrificio total, pues
si seguir con la palabra empeñada, es mucho más doloroso, costoso y sufrido que
romperla; pues llegara el momento que se deba cuestionar si es sano seguir; y
no con esto le doy un pretexto para romper sus votos, no. Me refiero a que también
es necesario valorarse uno mismo, y tampoco es necesario condenarse a un
infierno de sufrimientos si no es verdaderamente necesario.
Mantener
una promesa no es cosa fácil, hay que librar toda clase de obstáculos y
tentaciones, se debe esperar de todo, ya que la vida misma presenta todo tipo
de retos y complicaciones, que metafóricamente hablando sirven como filtros
para quitar a todos aquellos hipócritas e insufribles que no valen la pena. Aun
así, siempre estará la opción de claudicar y romper las promesas pero entonces;
¿Qué valor tendría lo prometido? Es simple nada, así que si no está dispuesto a
afrontar los obstáculos, mejor no prometa, salvo que se pueda apoyar en el
punto anterior, es decir que mantener su promesa la final haga más daño que
romperla, ahí nadie podrá cuestionarlo, pero eso solo únicamente usted lo sabe.
Más
importante aún ¿vale la pena prometer algo? Esa es la verdadera cuestión, ya
que si no se está dispuesto a continuar hasta el final, o por otro lado si no
hay algo verdaderamente valioso de por medio –y no me refiero al dinero, eso no
vale nada- pues entonces la respuesta es obvia. Así pues y ya para terminar
¿Qué tanto valen sus promesas?