Metafóricamente hablando todos
usan máscaras, son miméticos y las usan para diferentes propósitos. Pero
el fin de cada una de ellas es el mismo, ocultar el ser; la esencia de cada
individuo, pues mostrarla a veces es perjudicial.
Y tampoco es que se viva en un mundo rodeado
de hipocresía –que de esos hay por todos lados- pero algo que es cierto es que
esas mascaras sirven tanto como protección como carta de presentación –por
decirlo de alguna forma- dejando de lado las metáforas, se puede estar triste,
melancólico, prácticamente muerto por dentro, pero la cara que ven los demás no
es más que la de una persona tranquila y controlada… o por el contrario se
puede estar completamente feliz, hasta llegar al éxtasis y lo que las personas
pueden observar es a alguien completamente serio.
Pero
como ya lo escribí par de líneas atrás de los que hay que tener cuidados es de
aquellas personas hipócritas, aquellas que se ocultan para su beneficio; de
aquellas que, lejos de ser integras, son capaces de traicionar en cualquier
momento, que sólo utilizan a las personas para obtener lo que desean y después desaparecen
cuando se les necesita. Y es que es éste tipo de personas de las que hay que
tener más cuidado, pues son impredecibles y para peor de los males muchas veces
no se es capaz de “detectarlos” -por decirlo así- hasta que ya es muy tarde.
Aun
si y después de todo esto, vale la pena preguntarse ¿son todos unos hipócritas?
La respuesta no es tan sencilla, pero se debe decir que no, como ya lo he
mencionado, a veces se muestra una cara para evitar ser dañado, para no dejar
ver las debilidades y terminar peor. Para este ejemplo tomare unas letras de la
obra los árboles mueren de pie de Alejandro Casona: “Que no me vean caída.
Muerta por dentro, pero de pie. Como un árbol.”
Del
mismo modo ocultar esas satisfacciones ayuda a esquivar envidias, elimina
falsas amistades, ahuyenta embusteros y sobretodo convierte en algo muy
personal y placentero todos aquellos logros obtenidos; eso no quiere decir que
ante toda situación se mostrara lo que hoy se conoce como pokerface, no. Lo que es
cierto es que a veces es necesario guardarse ciertas cosas para sí mismo, y
tampoco llegar al mantra de ser humildes…
porque es necesario negar que los logros y metas, obtenidos y superadas, son
futo del esfuerzo y es necesario decir que son obra de la casualidad?
Dicho
todo esto no queda más que hacer el comentario final, o mejor dicho la cuestión
–que sólo usted puede responder- ¿Todos aquellos que lo rodean, son en verdad
quienes dicen ser?
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