Como
todos saben o al menos pueden percibir, se es libre, ya que los derechos
individuales, entre ellos las libertades –esclavitud, expresión, transito,
religión y demás- están garantizadas en la constitución, además de ser parte de
la declaración de derechos universales del hombre y a su vez están protegidas
por las leyes internacionales. ¿Pero hasta donde se es libre? ¿Cuál es el
límite de esas libertades?
La verdadera cuestión es saber
cuál es el límite de esas libertades, ya que esos derechos propios terminan
cuando comienzan los de otras personas, y un error muy grande de toda sociedad
es creer que dichas libertades son tan inalienables que pueden pisotear a otras
personas. Un ejemplo claro es cuando algunas personas usan su derecho a la
libre manifestación, bloquean y destruyen –en algunos casos- la propiedad
pública y privada; sólo que olvidan una parte muy importante: el manifestarse
es un derecho, pero la libertad de tránsito es una garantía individual y
violarla es tan malo como prohibirles expresar su descontento.
Caso parecido es aquellos que
violan sistemáticamente las libertades de culto y expresión, por ejemplo los
grupos extremistas religiosos, que no se conforman con fastidiar a los demás individuos con alguna de sus deidades sino
que, además reprochan, recriminan y persiguen a aquellos que no comparten sus
creencias -una autentica cacería de brujas en pleno siglo XXI- y es que dichas
personas no han comprendido que la libertad de culto y expresión los protege,
pero también a los demás; por lo que al tratar de convertir a los demás o
señalarlos por su diferente modo de pensar están violando los derechos y
garantías de los demás.
También
hay que destacar que noto pensamiento diferente y opuesto a esas libertades es
discriminación, por ejemplo hace algunos años el exgobernador de Jalisco Emilio
González dijo y cito “que las bodas homosexuales le daban asquito (sic)” y pues por muy homófobo que suene ese comentario y
aun siendo él un gobernante; simplemente ésta haciendo uso de su libertad de
expresión; ya que, y solo hablando de ese comentario, nunca se pronunció en
contra de la homosexualidad, sólo expresaba que como opinión personal no le
agradaban las parejas del mismo sexo; lo que si bien no parece correcto, es al menos
una forma de estar dentro de sus libertades sin caer en la discriminación.
De
ese mismo entorno están aquellos grupos de gays que en algunos casos –ya muy específicos
y los mínimos, he de decir- abusan del hecho de que haya muchas ONG’s que los
apoyan y que la discriminación por preferencias sexuales sea igual castigada,
por lo que muchos hacen denuncias falsas o caen en el acoso y cuando se les
confronta lanzan algún tipo de acusación por discriminación, lamentable pero ha
sucedido. Y es que es una auténtica pena ya que los homosexuales llevan años
luchando para que se les reconozcan sus derechos y que alguien trate de abusar
de ellos, simplemente es el colmo.
Aún
quedan cosas por hacer, por ejemplo las parejas homoparentales aún no pueden
registrar a sus conyugues en seguros o compartir algunos derechos constitucionales
que deberían tener, el aborto sólo esta despenalizado en la Ciudad de México y
en otros lugares se castiga severamente, llegando incluso a perseguirse por
simple sospecha –como es el caso del Romano Católico y Apostólico estado de
Guanajuato, si suena sumamente ateo de mi parte, pero la realidad es así, hay
quienes sienten que aun viven en el siglo XVI- lo que se convierte en un verdadero
problema que en ésta época parece inverosímil.
Sólo
queda recordar, las libertades permiten moverse libremente, es como un aro alrededor
de cada uno, y cuando ese aro impacta con otro o invade el espacio de alguien más,
pues justo en ese momento se acaban dichas libertades y comienzan las de otro, si
todo aquellos que se dice o hace no trasciende más allá de ese espacio vital,
entonces no hay violación al derecho ajeno.
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