jueves, 14 de agosto de 2014

Me traicionaste

Desde tiempo atrás sabía que lo nuestro había terminado, lo supe, no sé cómo pero lo sabía, ya nada era igual que antes, pasábamos horas divirtiéndonos pero los días ya no eran alegres, ya no había risas ni planes, lo nuestro ya era, más bien, costumbre. Me partía el alma saber que ya poco quedaba entre ambos, pero también era consciente que no puedo obligarte a seguir conmigo, no puedo obligarte a amarme, así que en aquel lugar desolado, cuando nos preparábamos para una nueva aventura, tome el valor necesario para decirte lo que ambos ya sabíamos, que todo había llegado a su fin.
Por un momento conserve la esperanza que estuviera equivocado, pero no era así, tú lo confirmaste y hasta sentías cierto alivio que fuera yo quien diera ese primer paso. Eso no fue un obstáculo para que continuáramos con nuestras andanzas y aventuras en aquel lugar, ya que habíamos terminado en buenos términos y siendo sinceros el uno con el otro.
Pasaban los días, las semanas y seguíamos en contacto, después de todo aún éramos amigos y compañeros, no había nada raro en ello, de hecho seguíamos contándonos nuestras cosas, pero la que más me desconcertó fue el hecho de mezclar tu deseo de ser madre, cosa que se convirtió en tu mayor obsesión, con querer salir con el primero que te lo propusiera; como tu amigo te aconseje que dejaras claras las ideas y no mezclaras una cosa con la otra, ya que ibas cometer un grave error.
Parece que mis palabras no te alegraron mucho, pero fueron lo más sinceras que te pude dar, ya que nuestra historia había acabado, comprendí que la vida sigue, pero no al ritmo vertiginoso al que la querías vivir. Pasaban los días y no dabas señales de vida, ni siquiera aparecías en los lugares que frecuentábamos y las pocas veces que te vi fueron solo para irte tan rápido como habías llegado, cosa que me parecía rara, pero no le di mayor importancia, total, ya era uno más en tu vida. Esto en verdad no me molestaba, pero lo que si me hizo enfadar fue aquella charla donde no solo me decías malinchista, sino arrogante, snob y cosas más que no puedo repetir, y lo más irónico es que todo comenzó por que te llame por un diminutivo que siempre había utilizado contigo, con mucho cariño y que nunca te había molestado; eso de verdad me hizo enojar, pero hice a un lado me enojo y termine nuestras actividades tal y como estaban planeadas, al final seguías siendo mi amiga y debía cierta comprensión.
Después llego aquel trágico día donde parte de mi mundo se desmoronó y no por algo que me haya sucedido a mí, pero sí a alguien que es muy especial para mí y lo que le afecte, me afecta a mí de igual forma... con todo que aún seguía algo molesto hice a un lado mi orgullo y decidí hablarte, pedir disculpas y solicitar tu ayuda; ya que para mí fortuna eras la adecuada para ese caso. Con cierto beneplácito por tu parte arreglamos tanto nuestros problemas como aquel que me aquejaba, y del cual te conté hasta el último detalle, aun por más humillante y tétrico que fuera, ya que te tenía confianza y en cierta forma era necesario decírtelo.
Hasta aquí todo iba bastante bien, o al menos eso aparentaba, ya que seguíamos siendo amigos y nos ayudábamos en lo que podíamos, pero yo seguía aun con pedazos de mi ser aun hechos trizas, así que continuaba contándote mis penas y escuchando tus consejos; ya que como te lo dije para mi aun eras una persona muy especial, que vino a llenar un hueco en mi corazón y en mi alma, ya que habías aparecido justo cuando perdí al motor de mi vida.
Pero ese mensaje, ese maldito mensaje o mejor dicho esa conversación; de verdad aun me llena de rabia lo que pasó aquel día; y no sólo por que como ya se te estaba haciendo costumbre malinterpretabas mis palabras sino que descaradamente confesabas que le habías entregado mis secretos y los de aquella persona a un perfecto desconocido y sólo por quedar bien.

Créeme mi enfado y mi decepción no fue saber que salías con alguien más ya que eso me lo habías anticipado; ni que permitieras que alguien más se metiera con tu intimidad, ya que ese es asunto sólo tuyo y de nadie más (aunque debo recordarte, que ese fue el gran error que te llevo a ese abismo del que tardaste años en salir y del que sin ser condescendiente te ayude a salir; de una forma u otra). Mi molestia era que traicionaste deliberadamente mi confianza, no sólo me exhibiste a mí, sino a esa otra persona; cosa que jamás olvidare y nunca perdonaré; porque lo veas a si o no esa de verdad fue una traición, si entregue mis secretos es porque tenía confianza en ti, así como tú la tuviste en mí, porque tus cosas, esas cosas que me contaste con el pasar de los años, nadie, absolutamente nadie las sabe más que yo. Sólo espero que haya valido la pena; porque sería una lástima que hayas perdido mi confianza, mi amistad y aprecio por alguien que ni siquiera te toma lo suficientemente en serio.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Estaríamos mejor con... la verdad no lo se

Después de tanto tiempo, de casi perder mi acceso y mis claves, aquí traigo un nuevo escrito, esta vez, inspirado en un todo y en nada;...