martes, 9 de diciembre de 2014

Berinches





Esta es una entrada que llevaba tiempo planeando, pero que no sabía ni como empezar ni como terminaría, ya que está cargada de ira y a la vez de una gran decepción; meses han pasado y mi pesar es grande, no por otra cosa, si no que me demostró que puede mucho más el orgullo y la mala influencia, que el deber y los consejos; pero al final y como lo he dicho siempre jamás me entrometeré en las decisiones de los demás si éstas no me afectan a mi o mis seres queridos y esta vez, por muy libre que seas te excediste; no con el rumbo que le diste a tu vida, sino todo lo que ello involucró.
            Aún recuerdo aquel viernes, más allá de los hechos de ese día, porque me sentía terrible; llevaba una semana no solo traicionándote, confesando todo aquello que juré moriría conmigo, sino que además me traicione a mí mismo, mi esencia y todo por lo que he luchado; me convertí en el ser que más desprecio… un vulgar traidor. Y no es porque me haya presionado u obligado, sino porque vi que mis palabras eran desechadas, preferías seguir escuchándolo a él, aun cuando mil y un veces te dije y demostré que no tenía la razón, ambos sabemos que hasta par de semanas atrás estabas mucho más interesada en “el Huicho” que en él, y muchas veces me confesaste que sólo estabas con él por no estar sola.
            Eso lo acepté, aun recomendándote que no jugaras con sus sentimientos, porque aun con todo el odio que sentía, ninguna persona merece eso; y por tal motivo supe que cuando me preguntaste “¿ahora me crees que si lo amo?” haciendo clara alusión a un encuentro íntimo, me di cuenta que ya estabas perdida; porque a pesar de todo sigues siendo una niña caprichosa que no entiende que el sexo no es amor, créeme jamás ame a ninguna de las mujeres a las que les llegué a pagar por caricias.
            Es por eso que decidí hablar, tal vez demasiado tarde, y no por gusto créeme, aun hoy eso me mata por dentro día a día; pero algún remedio debía encontrar, parece que no te das cuenta, pero te diré, no solo faltabas a clases, te perdías por horas en lugares desconocidos, cambiaste y más que tu familia parecíamos un estorbo; y sé que no eres así, decidiste cambiar y por darle gusto, que es lo peor que cualquier ser puede hacer; porque al final le diste la razón cuando te escribió aquella carta, cuando rompió tus discos; no eras la persona que el quería y te odiaba y tu lejos de recular y alejarte, le diste gusto. Le demostraste abiertamente que eres capaz de renunciar a todo, incluso tus sueños por darle gusto, y eso mi estimada no es amor, uno no destruye su vida por alguien, la compartes y renuncias a ciertas cosas, pero jamás haces eso, te lo dije y te lo han dicho miles de veces, pero hasta que tu orgullo no te deje ver, jamás lo sabrás. Los berrinches de ambos los han llevado a lugares que estoy seguro no esperabas, y que soportas porque no te queda más.
            Y me sorprendió aún más su actitud cobarde, ya que cuando te has presentado aquí, incluso con él, vienes cuando está el más vulnerable de los seres, ya que sabes que hiciste mal, y no me interesa tu cara de mustia, sabes que aun hoy te aprovechas de él; pero al final esa es decisión de ambos. Y para darle un mejor sabor a esto el otro se atreve a escribirme e insultarme diciéndome “niño berrinchudo” cuando le amenacé, como si por decirme esas cosas él fuera más hombre y eso le diera la razón, créeme si alguno de los 2 tuviera la razón no tendrían porque esconderse hasta en las redes para que nadie los viera; saben perfectamente que esto está mal y que tiene sus días contados.
            Mi coraje, no es por tu decisión ya que es tu vida, mi ira es porque con tal de darle gusto heriste de una forma muy dolorosa a mi familia y eso es algo que jamás le he perdonado a nadie, ni siquiera al “fulano” al cual sólo le habló porque al menos él está más consciente de su situación y ha intentado hacer las cosas bien. Y otra gran razón es porque sé que si yo hubiera tomado cualquiera de las decisiones de mis hermanos, ese hubiera sido el motivo suficiente para que a mí me olvidaran tal y como es el deseo de mis progenitores, lo sé, lo he sabido desde hace mucho.
            No me queda más que decirte una cosa, y es que si no he actuado, no es por cobardía, ni porque me interesen sus “acciones legales” sino porque aún tengo asuntos que resolver en mi trabajo y el día que yo actúe, será porque ya no tengo nada pendiente aquí. Así como tu tomaste tus decisiones, yo ya tome las mías, y sin importar lo que opinen los demás así será; además y tomando las palabras del vendedor de discos, yo…” también estoy grande y sé lo que hago”. Sólo agregare que no esperaba tal acto de cobardía, y si es una cobardía porque mientras tu te escondes, yo sigo enfrentando las consecuencias de tus actos, sigo limpiando rastros y enfrentándome a toda la "majada" que dejaste, y no te ilusiones no lo hago por ti, no lo vales; la verdad ya no  lo vales, lo hago porque mi familia vale cada hora perdida limpiando tus porquerías.

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