Algunos aún no saben del
conflicto que se vive en tierras michoacanas –en las costas del Pacifico
mexicano- donde un grupo de colonos decidió tomarse las cosas en serio y
empezar a resolver los problemas a los que se enfrentan con sus propias manos.
Todo
comenzó con pequeños grupos de autodefensa, es decir personas armadas que
decidieron tomar su seguridad en sus manos, así empezaron por detener a
pequeños criminales, para poco a poco seguir con los más peligrosos. No pasó
mucho tiempo antes de que comenzaran a ser atacados por grupos de
narcotraficantes que buscaban “recuperar el terreno perdido” ya que los
granjeros comenzaron a armarse y ya no pagaban las cuotas por protección, además desarmaron a las policías locales, ya
que muchas de ellas eran cómplices de los mismos delincuentes.
Con
el paso de las semanas más personas se integraban a los grupos de autodefensas
que cada día están más armados y mejor organizados. Así de a poco empezaron a
recuperar zonas del control de los carteles de la droga. Además expulsaron a líderes
de dichos carteles de las poblaciones, llegando a tomar sus casas y demás propiedades,
cosa que el gobierno federal no había podido lograr en años de lucha. En
resumen en cuestión de semanas limpiaron zonas que el ejército y marina no habían
tocado siquiera por miedo al enfrentamiento con esos mafiosos.
Obviamente
no todo es miel sobre hojuelas han
muerto muchas personas en enfrentamientos con los narcos y peor aún, han muerto
muchas personas por que han sido atacados por el ejército, ya que el gobierno federal
encabezado por EPN los considera una amenaza para la seguridad –será para la
seguridad de los corruptos, como él, en el poder- lo cual lejos de mermar el
avance de los michoacanos, los ha encolerizado y han demostrado que unidos jamás
podrán detenerlos; ya que su meta es mantener seguras a sus familias.
Lamentable
es la decisión del presidente de enviar a las fuerzas armadas a combatir a los
grupos armados y no a los narcotraficantes que aún quedan es la peor de todas
las decisiones que se han dado en el gobierno de los PRIistas desde la matanza
de Tlatelolco de 1968. Ya que sólo demuestran una sola cosa: están dispuestos a
matarnos como ratas si no se les deja gobernar tranquilos y a sus anchas.
Ahora
más que nunca se necesita de una gran determinación, de un gran apoyo para esas
personas que han comprendido que la solución son ellos mismos, que la solución a
sus problemas las deben poner ellos. Sobre todo porque ahora se enfrentan a dos
cosas, por un lado los narcotraficantes que quieren recuperar sus privilegios y
por otro lado el ejercito que fue enviado a exterminarlos.
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